
La semana pasada me reuní con unos amigos para comer y a la vez conversar sobre diferentes cosas. Uno de ellos abordó el tema de su esposa. Dijo que cada vez que él compra un artefacto eléctrico - radio, computadora, tv ect - la señora lo cuestiona sobre el por qué hizo esa inversion si ya en la casa habia uno que funcionaba. El se molesta porque siente que su esposa lo está tratando como su mamá, la cual lo regañaba por cualquier cosa que él hacia.
Y ciertamente muchas madres tienen que estar disciplinando, regañando y cuestionando a sus hijos respecto a muchas cosas que hacen. Eso no está nada mal, pero cuando ya somos adultos, eso resulta canson. Y no esperamos que la esposa juegue ese papel de mamá con nosotros.
Les confieso que mi esposa también tiene ese problema, para llamarlo de algun modo. Al principio me molestaba, pero con el tiempo observé que ella solamente se quejaba una sola vez:cuando llegaba con la compra a la casa. Después no volvia a decir nada. Asi que opté por quedarme callado y no decir ni pío. Parece que es un impulso que tienen muchas mujeres. Es como cuando comemos algo que nos cae mal, que hasta que no lo vomitamos no nos sentimos bien.
Y es que molesta que uno trabajando no pueda comprarse algo que nos guste sin estar dando muchas explicaciones. Claro si la familia está pasando por apuros económicos, pues vale el regaño. Pero obviando esa problemática, sí que resulta cansón la quejadera de la doña. Y ustedes, damas y caballeros ¿Cual es su experiencia?
Y ciertamente muchas madres tienen que estar disciplinando, regañando y cuestionando a sus hijos respecto a muchas cosas que hacen. Eso no está nada mal, pero cuando ya somos adultos, eso resulta canson. Y no esperamos que la esposa juegue ese papel de mamá con nosotros.
Les confieso que mi esposa también tiene ese problema, para llamarlo de algun modo. Al principio me molestaba, pero con el tiempo observé que ella solamente se quejaba una sola vez:cuando llegaba con la compra a la casa. Después no volvia a decir nada. Asi que opté por quedarme callado y no decir ni pío. Parece que es un impulso que tienen muchas mujeres. Es como cuando comemos algo que nos cae mal, que hasta que no lo vomitamos no nos sentimos bien.
Y es que molesta que uno trabajando no pueda comprarse algo que nos guste sin estar dando muchas explicaciones. Claro si la familia está pasando por apuros económicos, pues vale el regaño. Pero obviando esa problemática, sí que resulta cansón la quejadera de la doña. Y ustedes, damas y caballeros ¿Cual es su experiencia?