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La fealdad atlética

Si bien muchos deportistas - sobre todo gimnastas y nadadores - parecen ejecutar su especialidad con gran facilidad, sin embargo, para alcanzar  tal destreza requiere muchos años de arduo entrenamiento. Algunos comienzan desde los cinco años de edad, y si quieren saborear el éxito, han de dar máxima prioridad al deporte, sacrificando de esa forma otras cosas.

Un nadador de olimpíadas dijo en una ocasión que habia pasado una buena parte de su vida debajo del agua. Y que su programa de entrenamiento empezaba a la cinco de la mañana. También dijo que el entrenamiento entraña sufrimiento y dolor. Agregó que los gimnastas tienen que ser maetros del aguante, entrenar sin cansarse dos veces al dia a pesar del dolor de una torcedura de tobillo o de muñeca, o una contracción muscular.

Al fin y al cabo, es de esta clase de entrenamiento de donde salen los ganadores. En la fotografía vemos el gran esfuerzo que hace este atleta para lograr el gran salto. Se requiere mucho esfuerzo muscular. ¡La cara lo expresa todo!

¿Vive usted en la sociedad de consumo?

Nací en un barrio muy pobre. Apenas tenía unos cinco años y recuerdo que éramos  de los pocos que tenían un televisor en el vecindario. En ese tiempo. poseer una tv no estaba al alcance de muchos.

Aunque la situación económica no ha cambiado mucho, que digamos, pero el tener una televisión ha pasado de un lujo a una necesidad. En una oportunidad la hermana de mi esposa la llamó para contarle que la casa se le habia inundado de agua a consecuencia de una tormenta que afectó la zona. Y lo que más la cuñada lamentaba era que la televisión se inundó a pesar del esfuerzo que ella hizo para sacarla de la casa. Una y otra vez ella se lamentaba de que habia perdido la tv, solo se tranquiló cuando mi esposa le dijo que le iba a comprar otra.

Y es que vivimos en una sociedad de consumo, donde se confunden los deseos y las necesidades. A veces tenemos cosas que no son básicas- como el celular- pero como es algo que casi todo el mundo tiene, pues lo tenemos aunque sea un gran sacrificio pagarlo.

El ser humano tiene muchos deseos. Muchos viven soñando de que si tuvieran esto o aquello, pero la mayoria de las veces no son cosas necesarias, pero como nuestras amistades y vecinos lo tienen, entonces queremos tenerla, aunque no tengamos los medios para obtenerla y mantenelas.
¡Esto es porque vivimos en una sociedad de consumo!

¡ Te quiero como eres!

Un amigo se quejaba de lo recatada y conservadora que es su esposa. Ella es una muchacha relativamente joven. Tiene una hermosa apariencia y una linda figura. Sin embargo, viste de una forma que no es propia para su edad.

La muchacha era muy asidua a la iglesia y casi se hace monja de la iglesia católica. En la propia iglesia ellos se conocieron por casualidad hasta que se enamoraron e imagínense el resto. El me cuenta que ella es una excelente esposa, con muy buenas cualidades.

Sin embargo en la casa anda con batas de señoras mayores, a pesar de que él le ha comprado ropa sexy para que esté en la casa. Tampoco le gusta usar los jeans un poco ajustados. En la cama es la misma historia.

Le pregunté a mi amigo de cómo ella vestía cuando la conoció, entonces me dijo que era muy conservadora, pero que él pensaba que cuando se casaran ella iba a cambiar su forma de vestir. Y ahí está el error. Uno se casa con la persona como es en la actualidad, no como posiblemente sea en el futuro.  En este caso su esposa siempre ha vestido de forma muy conservadora. Ella vivía metida en la iglesía y su pensar es de no enseñar ni insinuar su cuerpo a nadie.

Por eso reitero que cuando uno se fija en alguien debe observar de cómo es la persona en la actualidad y enamorarse de ella tal cual es. Es muy difícil cambiar a los demás y que se amolden sus gustos. Y más cuando la persona viene de una familia muy religiosa.

Temores infantiles

En la cercania al monumento de Santiago, solian montar el parque de diversiones. Habia diferentes juegos, como la estrella, el gusano, el tren, la silla voladora ect.
De las pocas veces que llegué a ir, solamente me montaba en la estrella, porque era el que daba menos miedo. Notaba que la mayoria que se montaban en los juegos más rápidos, mostraban miedo y gritaban en los momentos más excitantes.

Ya adulto continuó con el miedo. Para llevar a los muchachos he ido Donny Park en Pensilvania, pero solo estoy en algunos juegos de agua. Confieso que soy cobarde para esas cosas. Y más que ahora los juegos son sumamentes más desafiantes que antes. Aunque quiero aclarar que mi miedo no es porque pueda haber un accidente, no, más bien es por la velocidad y emociones demasiado intensas de los mismos   

Para no tener ningún temor, lo más apropiado es visitarlo desde la niñez, para asi ir experimentando diferentes juegos a medida que el niño va creciendo. A mis hijos los he llevado desde bien chicos, para que no tengan el temor que siento cuando voy a esos parques de diverciones. De esa forma trato de no pasarle mis temores infantiles.

"Lleeeeeevo mondongo. Lleeeeevo hígado"

En la niñez hay cosas que observamos y que nos dejan un grato recuerdo de esos tiempos. Y más si uno está ausente de su tierra, como es mi caso.

Siempre recuerdo las famosas marchantas que iban de los campos cercanos, montadas en su burro, vendiendo víveres y vegetales. Estas señoras salian de madrugadas para estar temprano en la ciudad. Recuerdo que había una vecina que le gustaba "regatiar"y a lo último la marchanta cedía, para no llevarse los vegetales de vuelta a su casa.

Habia otra que pasaba como a la cinco de la mañana. La señora tenía buena voz para vender. Recuerdo que decia: "Lleeeevo hígado"... y Lleeeeevo mondongo". Mi madre era una de sus clientas, porque ella sufría de los nervios y alguien le dijo que el hígado era muy bueno para el sistema nervioso. Y con el tiempo mi madre se mejoró bastante.

Más tarde pasaba otro. Este tapaba ollas y sartenes y jarros. Y por último pasaba el que arreglaba sombrillas y paraguas. Es admirable cómo las personas se las ingeniaban para buscarse un oficio. Aunque no sé cómo se las arreglaban para vivir  con tan poca entrada.
Como hace bastante tiempo que no voy a Santo domingo, no sé si las marchantas y demás todavía andan recorriendo las calles brindando sus servicios.

Para los que estamos lejos de la tierra que nos vió nacer, estas viviencias cobran mucho significado, aunque para los que viven allá, quizás no tenga ninguna importancia.