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¿Vive usted en la sociedad de consumo?

Nací en un barrio muy pobre. Apenas tenía unos cinco años y recuerdo que éramos  de los pocos que tenían un televisor en el vecindario. En ese tiempo. poseer una tv no estaba al alcance de muchos.

Aunque la situación económica no ha cambiado mucho, que digamos, pero el tener una televisión ha pasado de un lujo a una necesidad. En una oportunidad la hermana de mi esposa la llamó para contarle que la casa se le habia inundado de agua a consecuencia de una tormenta que afectó la zona. Y lo que más la cuñada lamentaba era que la televisión se inundó a pesar del esfuerzo que ella hizo para sacarla de la casa. Una y otra vez ella se lamentaba de que habia perdido la tv, solo se tranquiló cuando mi esposa le dijo que le iba a comprar otra.

Y es que vivimos en una sociedad de consumo, donde se confunden los deseos y las necesidades. A veces tenemos cosas que no son básicas- como el celular- pero como es algo que casi todo el mundo tiene, pues lo tenemos aunque sea un gran sacrificio pagarlo.

El ser humano tiene muchos deseos. Muchos viven soñando de que si tuvieran esto o aquello, pero la mayoria de las veces no son cosas necesarias, pero como nuestras amistades y vecinos lo tienen, entonces queremos tenerla, aunque no tengamos los medios para obtenerla y mantenelas.
¡Esto es porque vivimos en una sociedad de consumo!

¡ Te quiero como eres!

Un amigo se quejaba de lo recatada y conservadora que es su esposa. Ella es una muchacha relativamente joven. Tiene una hermosa apariencia y una linda figura. Sin embargo, viste de una forma que no es propia para su edad.

La muchacha era muy asidua a la iglesia y casi se hace monja de la iglesia católica. En la propia iglesia ellos se conocieron por casualidad hasta que se enamoraron e imagínense el resto. El me cuenta que ella es una excelente esposa, con muy buenas cualidades.

Sin embargo en la casa anda con batas de señoras mayores, a pesar de que él le ha comprado ropa sexy para que esté en la casa. Tampoco le gusta usar los jeans un poco ajustados. En la cama es la misma historia.

Le pregunté a mi amigo de cómo ella vestía cuando la conoció, entonces me dijo que era muy conservadora, pero que él pensaba que cuando se casaran ella iba a cambiar su forma de vestir. Y ahí está el error. Uno se casa con la persona como es en la actualidad, no como posiblemente sea en el futuro.  En este caso su esposa siempre ha vestido de forma muy conservadora. Ella vivía metida en la iglesía y su pensar es de no enseñar ni insinuar su cuerpo a nadie.

Por eso reitero que cuando uno se fija en alguien debe observar de cómo es la persona en la actualidad y enamorarse de ella tal cual es. Es muy difícil cambiar a los demás y que se amolden sus gustos. Y más cuando la persona viene de una familia muy religiosa.

Temores infantiles

En la cercania al monumento de Santiago, solian montar el parque de diversiones. Habia diferentes juegos, como la estrella, el gusano, el tren, la silla voladora ect.
De las pocas veces que llegué a ir, solamente me montaba en la estrella, porque era el que daba menos miedo. Notaba que la mayoria que se montaban en los juegos más rápidos, mostraban miedo y gritaban en los momentos más excitantes.

Ya adulto continuó con el miedo. Para llevar a los muchachos he ido Donny Park en Pensilvania, pero solo estoy en algunos juegos de agua. Confieso que soy cobarde para esas cosas. Y más que ahora los juegos son sumamentes más desafiantes que antes. Aunque quiero aclarar que mi miedo no es porque pueda haber un accidente, no, más bien es por la velocidad y emociones demasiado intensas de los mismos   

Para no tener ningún temor, lo más apropiado es visitarlo desde la niñez, para asi ir experimentando diferentes juegos a medida que el niño va creciendo. A mis hijos los he llevado desde bien chicos, para que no tengan el temor que siento cuando voy a esos parques de diverciones. De esa forma trato de no pasarle mis temores infantiles.

"Lleeeeeevo mondongo. Lleeeeevo hígado"

En la niñez hay cosas que observamos y que nos dejan un grato recuerdo de esos tiempos. Y más si uno está ausente de su tierra, como es mi caso.

Siempre recuerdo las famosas marchantas que iban de los campos cercanos, montadas en su burro, vendiendo víveres y vegetales. Estas señoras salian de madrugadas para estar temprano en la ciudad. Recuerdo que había una vecina que le gustaba "regatiar"y a lo último la marchanta cedía, para no llevarse los vegetales de vuelta a su casa.

Habia otra que pasaba como a la cinco de la mañana. La señora tenía buena voz para vender. Recuerdo que decia: "Lleeeevo hígado"... y Lleeeeevo mondongo". Mi madre era una de sus clientas, porque ella sufría de los nervios y alguien le dijo que el hígado era muy bueno para el sistema nervioso. Y con el tiempo mi madre se mejoró bastante.

Más tarde pasaba otro. Este tapaba ollas y sartenes y jarros. Y por último pasaba el que arreglaba sombrillas y paraguas. Es admirable cómo las personas se las ingeniaban para buscarse un oficio. Aunque no sé cómo se las arreglaban para vivir  con tan poca entrada.
Como hace bastante tiempo que no voy a Santo domingo, no sé si las marchantas y demás todavía andan recorriendo las calles brindando sus servicios.

Para los que estamos lejos de la tierra que nos vió nacer, estas viviencias cobran mucho significado, aunque para los que viven allá, quizás no tenga ninguna importancia.

¡Dígaselo en vida!

Cuando nos reunimos con algún amigo, es muy tentador caer en el error de criticar a los demás. Criticamos a los hijos, al cónyuge, a los amigos y compañeros de trabajo. Menos a nosotros mismos.

Y es que a veces queremos que los demás actúen y piensen como nosotros. Pero pasamos por alto que las personas son diferentes. No son ni mejores ni peores...sencillamente  diferentes. Asi que cuando aprendemos a Aceptar y Respetar la diversidad de los demás, dejaremos de ser menos críticos para con ellos.

A menudo pasamos mucho tiempo analizando con detalles los defectos de nuestros amigos y familiares. No obstante, esas actitudes cambian cuando acontece una desgracia: la muerte. Sí, cuando la muerte se lleva a uno de nuestros amigos o familiares que tanto criticábamos, entonces las críticas se tornan en elogios y alabanzas para con la persona desaparecida.

Ahora bien, ¿Por qué parece más fácil alabar a los muertos más que a los vivos? En los funerales a los amigos y parientes les faltan palabras para alabar al fallecido. Sin embargo, en vida todas esas cualidades y virtudes pasaban desapercibidas. El enfoque estaba en los defectos.

Las personas no se hacen mejores porque estén muertas. Entonces ¿Por qué no aprovechamos ahora, cuando están vivas, para en vez de fijarnos en sus defectos, decirles cuanto lo queremos y cuan bueno son como seres humanos?

Tengo como norma ver lo bueno en todas las personas, en particular a mis amigos y familiares. Me esfuerzo por resaltarle sus cualidades y virtudes. Despúes que acontece la muerte las alabanzas y reconocimientos pierden mucho sentido y valor.
A propósito quiero agradecer - mientras todavía están vivos - a todos los que visitan y comentan en este humilde blog. Gracias de corazón