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Por favor déjenme morir en paz?

Tengo una sobrina que desde cierto tiempo viene sufriendo de lupus  y problemas con los riñones. Es una mujer de joven de unos viente y picos de años. Pero se la pasado de medico en medico. Y para colmo de males, el pasado invierno, en una nevada se cae y se rompe la cadera.

Desde hace dos semanas está gravemente enferma. Hubo que entubarla y todos los días hay que ponerle sangre. Tiene los órganos malogrados. Solamente tiene el cerebro bien.

Antes de ponerle el tubo para ayudarla a respirar, los doctores se habían reunido con el esposo para decirle que humanamente ya no había nada que hacer. Pero el esposo decidió seguir manteniéndola  viva por medio del tubo.

Ella esta sufriendo mucho a tal punto que hacia señas que le quitaran el tubo, pero el esposo no quiere aceptar la realidad de que su esposa esta agonizando y sufriendo y que ya no quiere sufrir más. 

Pienso que como ella está consciente, tiene derecho a decidir si quiere seguir sufriendo con el tubo puesto, ya sabiendo que no tiene ninguna esperanza de recuperarse.

No estoy hablando de eutanasia, sino que le retiren el tubo para que ya descanse. Solo ella sabe lo que está sufriendo postrada en esa cama, sangrando por la boca y el ano.

Si algún día estuviese en esa situación - Dios no lo permita - no quisiera estar agonizando en una cama, con un tubo puesto y sin ninguna esperanza de mejoría; yo preferiría que mi familia permitiera que me quitaran el tubo y me dejaran que muera naturalmente. 

Son decisiones difíciles, que requieren valor, pero por el bien del enfermo hay que tomar decision. Que reitero que nadie le está quitando la vida, sino que la misma enfermedad es quien esta matando la persona, pero uno prefiere que deje de sufrir y muera naturalmente sin la ayuda de ningún aparato. Entonces >¿Qué haría usted en un caso como ese? 




Sourelly Jáquez: fiscal+cristiana= terca

En la capital dominicana pasó un incidente - de los muchos que pasan a diario, el cual es de mucho pesar. Cosas que debieran no ocurrir en este tiempo.

Resulta que una señora estacionó su auto encima de la calzada, obstruyendo así libre transito peatonal. Una autoridad de tránsito - Amet - que andaba por el lugar se percató del hecho. Y se dirigió a la automovilista y de inmediato le dijo que le mostrara sus documentos.

La señora se tornó muy terca, negándose a entregar los papeles.  Y como si fuera un resguardo con mucho orgullo alegó que ella era una fiscal de la justicia y cristiana, ay mamá.

Lo triste del caso es que una persona que estudió en una universidad e hizo una carrera tan  digna, no actuara con más inteligencia y astucia.

A mi me pasa esa situación  y lo que menos diría es que soy fiscal y mucho menos  decir que es  cristiana.  Ser cristiano es imitar y seguir los pasos de Jesús, el cual nunca estaría violando la ley, atento de que era Hijo de Dios.

Ese tipo de cosas es que pasan a menudo en nuestros países, donde no se respeta la ley. Y en donde lo que más conocen la leyes son los que menos la observan.

Por ese tipo de cosas es que muchos de los que vivimos fuera de la isla, nos desencantamos de regresar y esperar la muerte allá. Y este es tan solo un ejemplo.

La susodicha fiscal se hace llamar Sourelly Jáquez. Pero su terquedad y poca inteligencia en algo tan sencillo, deja mucho que hablar.

A  los varios días del problema, al fin, ella  reconoció su poco tacto y juicio y admitió su error. Quizás en su iglesia le hicieron recapacitar y la amonestaron para que no vuelva a poner a Jesús de "mogiganga"cuando meta la pata.

En verdad que hay gente que pasa por una universidad, pero que el título le queda muy grande.








Reflexión

REFLEXION
Una mujer salió de su casa y vio a tres ancianos de largas barbas sentados frente a su jardín, ella no los conocía y dijo:
No creo conocerlos, pero deben tener hambre. Por favor entren a mi casa para que coman algo.
Ellos preguntaron: ¿Esta el hombre de la casa? No—respondió ella, no está.
Entonces no podemos entrar dijeron ellos. Al atardecer, cuando el marido llego, ella le contó lo sucedido...
¡Entonces dile que ya llegue invítalos a pasar! La mujer invito a los ancianos a pasar a su casa.
-no podemos entrar a una casa los tres juntos explicaron los ancianos.
¿Por qué? Quiso saber ella.
Uno de los ancianos apunto hacia otros de sus amigos y explico.
Su nombre es RIQUEZA. Luego indico hacia el otro.
Su nombre es ÉXITO y yo me llamo AMOR. Ahora ve adentro y decidan con tu marido a cual de nosotros tres ustedes desean invitar a su casa.
La mujer entro a su casa y le conto a su marido lo que ellos le dijeron.
El hombre se puso feliz:
¡Qué bueno¡ Y ya que así es el asunto entonces invitemos a RIQUEZA, dejemos que entre y llene nuestra casa de riquezas. Su esposa no estuvo de acuerdo:
Querido, ¿porque no invitamos a EXITO? La hija del matrimonio estaba escuchando desde su cuarto y fue hacia ellos con una buena idea: ¿No sería mejor invitar a AMOR? nuestro hogar entonces estaría lleno de amor y felicidad...
Hagamos caso del consejo de nuestra hija, dijo el esposo.
Ve afuera e invita a AMOR Para que sea nuestro huésped. La esposa salió y les pregunto a los tres ancianos ¿Cuál de ustedes es AMOR? Por favor que venga para que sea nuestro invitado.
AMOR se puso de pie y comenzó a caminar hacia la casa.
Los otros dos también se levantaron y lo siguieron.
Sorprendida, la esposa les pregunto a Riqueza y a Éxito.
Yo solo invite a AMOR ¿Porque ustedes también vienen?
Los ancianos respondieron juntos:
Si hubieras invitado a riqueza y a éxito, amor habría permanecido afuera, pero ya que invitaste a AMOR, donde sea que el vaya, nosotros vamos con él.
"DONDE QUIERA QUE HAY AMOR, HAY TAMBIEN RIQUEZA Y EXITO".


Un cuento fácil

UN CUENTO FÁCIL
La niña llegó a su casa con los ojos enrojecidos y la cara triste.
- Qué te pasa? – Le dijo su padre.
- No es nada, no es nada, estoy bien, – contestó la niña yendo corriendo a su habitación.
Pero el padre no se quedó contento con la respuesta y preocupado por su niña, fue a su cuarto a preguntarle.
- ¿Qué tienes? ¿Algo te preocupa?, le preguntó el padre.
- Que no es nada, solo quiero estar sola.
El padre reflexionó unos segundos por la respuesta de su hija y de nuevo le habló:
- ¿Puedo hablar contigo? Es que necesito un consejo tuyo.
La niña, al escuchar aquellas palabras sin saber bien cómo reaccionar ante tal petición, se sentó en su cama y miró a su padre.
Entonces él le dijo:
- Verás, necesito contarle un cuento a tu hermano pequeño para que se duerma y ya se sabe todos, no sé cual contar, ¿Podrías decirme tú uno que pudiera gustarle?
La niña tratando de demostrar normalidad le dijo a su padre con seriedad.
- No sé, cuéntale un cuento FACIL, seguro que le gustará, dijo la niña con la voz derrotada.
- ¿Uno fácil? Uno… ¿fácil? – volvió a repetir su padre. Intentando entender a su niña.
- Si, uno fácil, léele un cuento fácil, – dijo la hija.
El padre se quedó meditando y sin llegar a comprender lo que su hija pedía no tuvo más remedio que decirle:
- ¿Y cuál podría ser para ti un cuento fácil?
Y la niña como si le fuera a dar una lección a su padre, sentada en su cama y con los ojos aún enrojecidos, cruzó los brazos en actitud de adulto y le explicó a su padre:
- Pues por ejemplo un cuento en el que dos conejitos van al campo con su mamá y uno se escapa y entonces le buscan por todo el bosque y al final le encuentran, estaba comiendo moras, pero cuando vio la cara de susto de su mamá le pidió perdón y prometió no volver a hacerlo y se fueron todos juntos felices a su casa.
El papá miro a su niña con asombro, no solo acababa de inventarse un cuento bonito sino que además el mensaje era educativo. Pero confuso aún por el título que le había puesto le dijo a su niña:
- ¿Y por qué a ese cuento le llamas el cuento fácil?
La niña sin demostrar ni un ápice de sorpresa por la pregunta le dijo a su padre:
- Pues porque es un cuento fácil ¿no lo ves? Es un cuento feliz, sencillo de contar y de entender, seguro que le gustará y se dormirá enseguida.
Y su padre, intrigado por tal respuesta se atrevió a preguntarle de nuevo a su niña.
- No lo entiendo bien, si ese es un cuento fácil, entonces ¿cuál podría ser un cuento difícil?
- Es que ahora no puedo contarte un cuento difícil, no puedo papi, y con los ojos llorosos, calló y bajó la mirada sin decir nada más.
Su padre, al comprender que algo le pasaba a su niña, le dijo así:
-Mira mi niña, antes de ir a contarle ese cuento fácil que me has dicho a tu hermano, ¿por qué no me cuentas ahora un cuento difícil?
La niña se quedó pensativa unos segundos y habló de esta manera:
- Esta mañana en el cole no estaba mi amigo Carlos que se sienta a mi lado siempre, porque unos chicos más mayores le pararon en la calle, le pidieron el reloj y como no quería dárselo le han pegado y está muy mal en el hospital, y yo… no entiendo papi.
El padre con la voz entrecortada por lo que estaba escuchando le dijo:
- Mi niña y ¿por qué no me han contado esto nada más llegar?
- Porque las tristezas, el dolor o las cosas que no terminan bien, me dan miedo, no me gustan, son cuentos difíciles de contar papi, – dijo la niña rompiendo a llorar y sintiéndose aliviada al descargar la verdad de sus emocionados ojos en la dulce mirada de su padre.
Entonces el padre abrazó con fuerza a su niña y compartió unos minutos el llanto, luego mirándole a los ojos le dijo:
- Mira, cuando seas más mayor me gustaría que recordaras este consejo que te doy ahora, ¿vale?
-¿Qué consejo es ese papá?, dijo la niña buscando la ternura en la mirada de su padre.
Esta vida, a veces, es como una colección de cuentos infantiles, todos queremos siempre escuchar los cuentos fáciles, de final sencillo y feliz, pero las personas más valiosas de tu vida serán aquellas que se paren a escuchar y entender tus cuentos difíciles. Yo tampoco entiendo porque han pegado a tu amigo Carlos, pero seguro que pronto se pondrá bien. Mi niña hay cosas que por mucho que quieras no se pueden entender. ¿Por qué no le escribes a tu amigo un cuento fácil? así cuándo esté mejor se lo llevamos, seguro que le va a encantar.
- Si papi le voy a escribir el cuento más fácil y bonito del mundo.